El ejercicio físico (EF) influye en el sistema inmunitario y para conocer su importancia hay que entender el cuerpo humano. Para ello nos basamos en las bases científicas y seguras trayéndote de manera resumida la importancia de su relación y una propuesta para ello.

Primero tenemos que tener claro la importancia del sistema inmunológico ya que son las defensas naturales del cuerpo contra las infecciones, como las bacterias y los virus.

Si hablamos de EF debemos mencionar la ACSM (American Collage of Sports Medicine) que ha recogido que el entrenamiento disminuye la inflamación crónica de bajo grado y mejoran indicadores inmunes en enfermedades agudas y crónicas. Las células del sistema inmune pueden actuar de forma dual, como procesos inflamatorios trabajando cada uno de manera asilada, o desactivando estos mismos procesos, creando procesos anti-inflamatorios creando una buena conexión entre ellas. Por ello depende Y MUCHO del estilo de vida, por eso, NOSOTROS SOMOS LOS ÚNICOS QUE PODEMOS MODIFICAR ESTE PROCESO.

El cuerpo, y es LEY DE VIDA, envejece. El EF permite que este envejecimiento revierta no solo las inflamaciones que causa, sino que se produzca una mayor activación de las proteínas y hormonas de nuestro cuerpo. Esto produce un trabajo eficiente, defendiéndonos y disminuyendo la mayor parte de sus biomarcadores de función celular, reestructurando el sistema inmunológico y favoreciendo la homeostasis (autorregulación interna).

Para complicar el problema están los efectos del distanciamiento social y el confinamiento sobre la inmunidad: ya que hormonas como el cortisol se elevan durante períodos de aislamiento inhibiendo muchas funciones del sistema inmune por causa del estrés.

Es decir, tenemos una bomba de relojería, pero solo NOSOTROS podemos combatirla.

El músculo está relacionado con nuestros órganos y el sistema inmune mediante las proteínas que segregan, las miokinas. Estas producen una respuesta inmune celular siempre y cuando el tipo de ejercicio, intensidad y duración del mismo está adaptado al estado del individuo (no es lo mismo en un sujeto entrenado que en un sedentario) y del estrés que este supone para la persona.

El ejercicio moderado mejora el funcionamiento del sistema inmune, pero siempre en la medida justa, para ello te vamos a dar unas pautas:

  • Adherencia, movernos de manera habitual un mínimo de 45 minutos al día.
  • Entrenamiento de fuerza para mejorar la capacidad del músculo, mínimo entrenar ejercicios básicos 3 veces a la semana, durante 45 minutos y a en una intensidad en una escala de 0-10 que esté entre un 6-8 para permitir una adaptación efectiva mínima.
  • La medida justa la marcamos cada uno, la dosis mínima que necesita nuestro cuerpo para mejorar.

Todo esto va a tener unos claros beneficios:

  • Ayuda a las vías respiratorias eliminando bacterias. Esto hace que se eliminen o reduzcan las posibilidades de resfriado, gripe u otras enfermedades respiratorias.
  • Ayuda en la regulación del estrés, disminuyendo la secreción de hormonas como el cortisol y la epinefrina.
  • El aumento de temperatura corporal puede ayudar a combatir el crecimiento bacteriano, ayudando al cuerpo a combatir una infección, como sucede cuando tenemos fiebre.
  • Favorece la producción de adrenalina, de la hormona de crecimiento.

Risk of COVID 19 for patients with obesity (Kassir, 2020)

Physical Activity and Autoimmune Diseases: Get Moving and Manage the Disease (Kassem Sharif, 2018)

https://javierbutra.com/2019/05/01/ejercicio-y-sistema-inmune/

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-07932006000200007